Fernando III cedió los lugares de Quesada y Toya en 1231, era detentada en esta fecha por Rodrigo Jiménez de Rada. No desaprovechando el arzobispo la oportunidad que se le brindaba y al frente de sus huestes, partió contra Quesada, la cual fue ocupada por las tropas de éste en 1234, según reza la "Historia de rebus Hispaniae" escrita por él mismo. A partir de ese momento, el arzobispo debía emprender las tareas de defensa, si no quería que los musulmanes del otro lado de Tíscar, le arrebatasen nuevamente Quesada o alguna de las construcciones defensivas anexas.
Para ello emprendió un ambicioso plan de construcciones militares, muchas de las cuales se han conservado, incluso en un aceptable buen estado, hasta la actualidad.
Entre estas fortificaciones cabe destacar la Atalaya y el castillo de Tíscar.
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